No puede faltar en los días de mona el "bollo" por excelencia. La mona de Pascua desde Cataluña a todo el Levante español es típico esta "fogacha", que aquí en ELche llamamos Fogaseta
La mona eran unos días en nuestra juventud muy especiales . Mª Ángeles Sanchez nuestra ilustre fotógrafa los lo explicará mejor que yo misma :
Íbamos en pandilla y regresábamos de dos en dos. En aquellos tiempos (¡vivía Franco!) la Semana Santa era la Semana Santa, y no es de extrañar que los niños y niñas de entonces recibiéramos el lunes de mona como una auténtica liberación. No había cine (salvo el parroquial, para ver Ben Hur o Los Diez Mandamientos); daba sus primeros pasos una televisión que adaptaba la programación a la gravedad del momento; la radio emitía monótonamente el Stabat Mater o La Pasión según San Mateo, y en las ciudades medianas y laboriosas –como tantas alicantinas– no se sabía lo que era una discoteca. Así que las vacaciones nos resultaban un poco largas y aburridas, procesión va, procesión viene. Finalmente –gozosamente– llegaba la mona: preparábamos las playeras (teníamos sólo un par, usado hasta que se rompía la lona, al empuje del dedo gordo de un pie que no paraba de crecer); algunas niñas, las más dóciles, cedían al delantalito a cuadros impuesto por las madres, quitándoselo en cuanto las perdían de vista. En la cesta, bocadillos, habas tiernas, alcachofas, bacalao y huevos duros, envueltos en el dulce aroma de las fogassetes recién hechas y coronadas de azúcar. Los más privilegiados completaban la impedimenta con un picú portátil, provisto de unos cuantos discos de 45 revoluciones (Los Brincos, Los Beatles, The Mama’s & The Papa’s, Adamo, Mari Trini), o un aparatoso radiocasete a pilas.
Pero, por encima de todo, teníamos –durante un día que los adultos siempre respetaban– libertad. Nos dejaban ir solos al campo, caminar por unas carreteras a menudo flanqueadas de árboles y con un tráfico incipiente, llegar tarde a casa.
No sabíamos entonces que estábamos perpetuando una tradición que algunos quieren romana, cumpliendo ancestrales ritos de fertilidad (ese huevo duro estrellado en la frente del chico o la chica que nos gustaba), festejando el triunfo de la naturaleza que renace tras el invierno.
Sólo sabíamos que íbamos en pandilla y regresábamos de dos en dos, intentando que la oscuridad de la noche primaveral ocultara unas manos emocionadamente entrelazadas por vez primera. Y procurando que los faros de los coches no nos descubrieran.
María Ángeles Sánchez
Publicado en el diario Información, 28 de marzo 1910
Este es un post que ha colgado en su blog y que me ha parecido que venía como anillo al dedo.Hoy no podía dejar de publicar la receta de nuestras fogasetas y como acabo de recibir la Kenwood Chef no me he resistido a estrenarla. Supongo que vamos a ser muy buenas amigas pues me ha encantado la facilidad del proceso de amasado. Tan tedioso por otra parte.
La receta sin el aparato es exactamente igual solo que mezclando los ingredientes que os doy en el vídeo a mano o con varillas.Los ingredientes y los tiempos de cocción están tambien en el vídeo. Espero que os guste y os animéis a hacerlas
Gracias, Marisol, por haber traído a tu blog mi texto. Realmente, es una buena combinación: la evocación y la materialización, en tus manos, de aquellos sabores que están tan dentro de nosotras. Tu capacidad para crear en la cocina es algo (y no sólo esto) que admiro muy profundamente en ti. ¡Feliz mona! ¡Qué envidia! Besos
ResponderEliminarGracias ti querida pues estos recuerdos de juventud son imborrables y eso que podrías ser mi hija, de todos modos las costumbres eran idénticas en mi tiempo y las fogasetas presidiendolo todo.
ResponderEliminarMuchos besos
Madre mía que recuerdos por Dios!. En cuanto a las monas, que buenas y estrellar el huevo al primero que pillaras o al chiquillo que te iba gustando. ¡Que tiempos!.
ResponderEliminarBesos y gracias por compartir.
Jajaja, Reme uno de mis nietos estampó el huevo en la frente del abuelo y no estaba del todo duro; no sabes como lo puso al pobre...Besos
ResponderEliminarAy los abuelos, siempre pagamos el pato, jajajajajja.
ResponderEliminarBesets